Caja Mágica


-          ¿Te acordás, Paco, qué tiempos aquellos?
-          Si, María… me acuerdo…
-          Si, qué tiempos… Cristalinos, silenciosos cuando debían serlo y bulliciosos por momentos. El miedo era sensible a cada paso, nos crispaba la piel como un gélido viento azul. La heladera sólo tenía olor a ácido, a vacío, a desconcierto. Pero nos mirábamos, y el dolor obsceno del hambre se nos iba diluyendo.
-          Si, María…
-          Vos me tomabas de la mano y la plaza se transformaba en un desfile real, me sentía la princesa heredera de un nuevo mundo, lleno de amor y caricias, protagonista absoluta de nuestra historia. Y sentía que nos miraban sólo a nosotros, porque a mi lado te tenía a vos, mi príncipe adorado. Sentía celos de que te miraran otras chicas, pero yo ya te tenía agarrado a mi mano, y sabía que no nos íbamos a soltar… ¿Verdad Paco?
-          Si, María… es verdad…
-          Todos los jueves, puntualmente, me pasabas a buscar por la puerta de mi casa, para ir a dar “la vueltita”. Y por supuesto, unos metros atrás venían la Luisa y la Adela. ¡Pobres! Por ser las hermanas mayores les tocaba cuidarme. ¡Jajaja! ¡Cuidarme! Apenas llegábamos a la plaza ya las perdíamos de vista, ¡al fin y al cabo éramos todos adolescentes! ¡Jajaja!
-          (sonrisa tierna) ¡Qué lindos recuerdos, María!
-          Si, Paco. No se me van más de la cabeza esos recuerdos. No, no, no, esos no se me van más…
-          Son recuerdos atados con amor, María, y esos nunca se pierden. Pueden mezclarse, aparecer y desaparecer. ¡Hacen sus trucos! … pero no se pierden.
-          ¡Como una caja mágica!
-          (mirada reflexiva) Si, María…como una caja mágica, bien mágica.
-          Tengo sueño Paco, me voy a dormir una siesta. Debe ser la pastilla. Fijate qué hacen afuera. Hace calor, no se bajan de la bicicleta y toman poca agua… Fijate, ¿dale?
-          Si, María, me fijo… seguro van a estar bien. Ahora dormí, después vuelvo…

-          ¿Cómo está la señora Sánchez, Juan?
-          Está estable, doctora. Ahora duerme.  


Victoria Lince
Enero 2019
Gracias

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