Caja Mágica
- ¿Te acordás, Paco, qué tiempos aquellos? - Si, María… me acuerdo… - Si, qué tiempos… Cristalinos, silenciosos cuando debían serlo y bulliciosos por momentos. El miedo era sensible a cada paso, nos crispaba la piel como un gélido viento azul. La heladera sólo tenía olor a ácido, a vacío, a desconcierto. Pero nos mirábamos, y el dolor obsceno del hambre se nos iba diluyendo. - Si, María… - Vos me tomabas de la mano y la plaza se transformaba en un desfile real, me sentía la princesa heredera de un nuevo mundo, lleno de amor y caricias, protagonista absoluta de nuestra historia. Y sentía que nos miraban sólo a nosotros, porque a mi lado te tenía a vos, mi príncipe adorado. Sentía celos de que te miraran otra...